domingo, 6 de noviembre de 2011

Curiosa actitud, ¿esperanza?

Después de meses de no pasar por estos lares, y con una extraña certeza de ser leído por alguien, regreso a mi, hoy, algo más amigable silla de metal que ahora está provista de una especie de alfombra multicolor que la hace lucir un tanto cálida; reubicado ahora en un enorme escritorio de eucalipto frente a mi cigüeña de cuatro patas y a mi barco embotellado, alejado de las frías ventiscas que se cuelan por debajo de mi puerta, debo confesar, como seguro ya es evidente, que me encuentro algo más animado que de costumbre.

martes, 30 de agosto de 2011

Sin sentidos

Y así me encuentro, mejor que solo, solitario, sentado sobre mi siempre cómplice silla de metal, frente de una pantalla que ilumina mi humedecido rostro y con los pies cada vez más fríos por culpa del aire que se cuela por debajo de la puerta; pese a ello, lo que me aflige oprime mi pecho, merma mi resistencia al llanto que ya es casi nula, y me causa dolor se aproxima, tristeza...

sábado, 30 de julio de 2011

¿Un intento más?

Luego de innumerables derrotas ante intentos fallidos de poner en orden las cosas, o más bien, luego de un constante estado de despreocupación por el futuro al más puro estilo de la cigarra de Esopo, me encuentro nuevamente desperdiciando el tiempo. ¿Por qué siento que no puedo evitar esto?, imagino que es porque no hay nada especial en mi existencia después de todo, creo que no tengo la chispa necesaria que pueda activar ese constante estado de satisfacción que anhelo; supongo que solo personas excepcionales con gran sentimiento de responsabilidad, grandes valores morales y amor propio consiguen permanecer casi indefinidamente de esta manera; los simples mortales tenemos que vivir en la eterna angustia y las interminables cosas a medio hacer, en último momento y solo saboreando la satisfacción de hacer algo útil mezclada con la increíble angustia de marchar contra el tiempo.

Y éstos ya no brotan más...

Finalmente, a menos de un año de haber brotado nuevamente, luego de un casi frío pero a la vez cálido encuentro, hace ya algunos meses, donde sin saberlo empezó el final de una bonita historia. He podido darme cuenta que, pese a que guardaba la esperanza de que en este caso no fuese así, el tiempo no pasa en vano y que el espacio no es lo único que puede separar a las personas, no importa cuanto ellas hayan creído estar cerca.