viernes, 12 de noviembre de 2010

Indiferencia

Estaba por terminar un día como muchos, sin complicaciones ni mayores contratiempos, era ya de noche, una fría noche en medio del tumulto, sobre ruedas, acompañado de un conocido pero misterioso amigo. De pronto una pequeña presencia llamó mi atención, parecía que quería pasar inadvertida, se vía triste, con la mirada perdida y su mente viviendo una penosa realidad. Pese a su evidente malestar, al sentarse intentó ayudarme con mi mochila; impresionado por lo ocurrido y tratando de no causarle molestias, solo atiné a decirle que no era necesario -no gracias- le dije, pasó un momento y sus ojos llorosos derramaron más y más lágrimas, la impotencia que sentía era enorme, pese a esto, al igual que todo el mundo que rodeaba a esta pequeña, no me inmuté y, pese a que por dentro me destrozaba su dolor, permanecí indiferente mientras ella sufría una pena que parecía inconsolable. En mi interior solo me consololaba pensando que en otras circunstancias tal vez te habría ayudado, tenía la esperanza que alguna de esas circunstancias se concretase y que tu dolor se calmara, pero eso nunca pasó, llegué a mi destino y nuestro pequeño y casi secreto encuentro terminó, y nuestros destinos empezaron a alejarse sin remedio...